La Base del Aprendizaje: El Neurodesarrollo
El aprendizaje es un proceso vital que se fundamenta en el neurodesarrollo: la interacción dinámica entre el niño y su entorno que resulta en la maduración de las funciones cerebrales. Por ello, una evaluación integral no puede separar el aprendizaje de la conducta o de la emoción.
Componentes de una Evaluación Integral
Una evaluación completa del aprendizaje y la conducta debe contar, como mínimo, con los siguientes elementos:
Pruebas de madurez neuropsicológica: Para detectar áreas cerebrales que requieran estimulación.
Pruebas académicas de lectoescritura y aritmética: Para evaluar el nivel de rendimiento en las áreas instrumentales del aprendizaje.
Pruebas de conducta y emoción: Para valorar factores como la ansiedad, depresión, agresividad o problemas de atención que pueden estar impactando el aprendizaje.
Evaluación de inteligencia: Para medir la capacidad de razonamiento y adaptación, y descartar una discapacidad intelectual.
Pruebas neuropsicológicas específicas: Para medir en detalle funciones cognitivas como la atención, memoria, funciones ejecutivas y percepción.
Pruebas perceptivas y de integración visomotriz: Habilidades cruciales para el desarrollo de la lectoescritura.
Pruebas específicas de detección: Para diagnosticar de manera confiable trastornos del neurodesarrollo como el TDAH o la Dislexia.
Este enfoque transdisciplinario permite no solo conocer el perfil cognitivo del alumno, sino también ofrecer recomendaciones basadas en metodologías y ajustes razonables que el docente puede emplear para apoyar las necesidades específicas de cada estudiante.